lunes, 5 de agosto de 2019

Tema 4 - LOS CAMINOS DEL CAMBIO


La esperanza del cambio es uno de los motores que alienta la dinámica social en América Latina. Son tan graves los problemas, tan grandes las limitaciones, tan apremiantes las necesidades, que se vive en la agobiante espera de que las cosas cambien por sí mismas o de alguien que sea capaz de cambiarlas. Esta es la aspiración de todos, no importa el nivel, el grupo o el estrato social al cual se pertenezca.
Pero no es claro, sin embargo, en qué va a consistir el cambio y cómo se va a lograrlo. Para la gran mayoría de personas, en su innato sentido común, el cambio esperado tiene que ver con las modificaciones de sus condiciones de vida inmediatas. Se concreta prioritariamente en la búsqueda y obtención de un mejor ingreso, con el cual se pueda atender en forma más amplia las necesidades personales, los intereses y las aficiones. Muchos de ellos son capaces de formularlo en términos más precisos, mediante indicadores que manifiestan sus aspiraciones en lo relativo a mejoramiento de la vivienda, del vestido, de la alimentación, de las formas y maneras de transportarse, etc.

Pero se ha generalizado también la idea de que el cambio social tiene que ver con los cambios políticos, lo cual se puede entender tanto en su forma radical (la que pretende una modificación total del sistema de gobierno) como en su forma democrática que cifra su esperanza en que con el solo cambio de gobernantes puedan llegar mejores épocas.
Los periodos preelectorales tienen mucho que ver con esta explosión de esperanzas. Se cree que los nuevos gobernantes serán capaces de mejorar las condiciones de vida de los pueblos. Más aún, ellos mismos esperan hacerlo. Sin embargo, la realidad es tozuda y si bien cada nueva administración logra algunos resultados, estos, en última instancia, están siempre por debajo de las expectativas de los gobernantes y los gobernados.
Son pocos los que entienden el significado técnico del cambio de sistema. Al escuchar este término muchos piensan que si antes mandaban los ricos, ahora va a mandar el pueblo. Normalmente se cuidan mucho de decir que ahora van a mandar los pobres, porque implícitamente al pueblo, en su sentido común innato, no le interesa, ni ser pobre, ni que se lo identifique como pobre.
Sólo los más entendidos logran expresar lo que significa eso del cambio de sistema. Pero aún en este grupo es muy diferente el nivel de claridad que existe al respecto. Unos piensan que es necesario reformar las leyes y posiblemente disminuir las cortapisas crecientes que implanta la burocracia para hacer valer su poder y obstaculizar la vida de los ciudadanos. Otros también se refieren a las leyes, pero orientan su deseo de cambio hacia el establecimiento de normas que favorezcan y defiendan sus propios intereses particulares o gremiales. Lo normal es que quienes están de acuerdo con el cambio del sistema, generalmente aceptan la necesidad de adoptar nuevas formas de gobierno, entre las cuales las que presentan más atractivo para ellos son las socialistas.
El llamado estatismo ha venido invadiendo la vida de los países latinos en los últimos 50 años. Este fenómeno se ha incrementado por la desocupación encubierta y por la exaltación de eso que en la República Italiana de la posguerra se empezó a denominar clientelismo: el establecimiento de las redes de poder mediante el nombramiento y manipulación de los cargos públicos por parte de los políticos.
Como existen diferentes teorías de pensamiento sobre los contenidos del cambio, así existen diferentes maneras de pensar sobre la forma de realizarlo o de obtenerlo, pero todos están de acuerdo en la necesidad de que sea un cambio rápido.
La mayor parte de la ciudadanía no sabe como lograrlo, pero tiene la vaga sensación de que algo tiene que ocurrir en los altos niveles, es decir, en los sectores que gobiernan y son poderosos; muchos piensan que ¨ los de arriba ¨ estorban los cambios porque irían en contra de sus intereses y que bastaría simplemente con que se los remplazara, para que todo fuera mejor.
No piensan mucho en quiénes van a ser los nuevos de arriba, ni en cómo van a actuar; y si por casualidad estos nuevos gobernantes van a repetir lo mismo que, según ellos, venían haciendo los anteriores.
No caen en la cuenta de que si el obstáculo fundamental, que es la falta de educación del pueblo, no se elimina, tampoco será viable este cambio tan esperado, aún en el hipotético caso de llegar a tener los mejores gobiernos posibles.
Los verdaderos cambios sociales se podrán obtener solamente con modificaciones sustanciales en los valores y actitudes de los pueblos, en sus ideas, sus percepciones, su conciencia social y su cultura, para respaldar y consolidar las nuevas formas de gobierno y las nuevas estructuras legales y políticas, que aseguren la permanencia de los cambios.
Negarle al pueblo la posibilidad de un cambio profundo de las estructuras sociales sería cerrarle las puertas a la esperanza. Si así fuera, la única salida sería la anarquía y el terrorismo como arma irracional de la desesperación; fenómeno cuya aparición ya se puede comprobar en algunas de las noticias diarias que golpean incesantemente la vida de nuestros conciudadanos. Es urgente, por lo tanto, descubrir nuevas sendas y marcar otros derroteros, para no negarles a las grandes masas latinoamericanas el derecho a encontrar una salida.
Pero, ¿cuáles pueden ser estas nuevas estrategias? La historia, que es la maestra de la vida, las puede enseñar. Se encuentran, si se orienta la reflexión hacia lo que se puede aprender de otras naciones, que han precedido a República Dominicana en esta tarea.
Se trata de investigar las condiciones objetivas que los llevaron a su progreso actual. Requisitos que no son otros sino la naturaleza, mentalidad y actitud de las personas, de los ciudadanos, de los habitantes que fueron capaces de construir y hacer crecer sus países con la adecuada utilización de los recursos.
Hay que recordar que países atrasados producen subdesarrollo, y que éste alcanza todos los niveles en la escala social: políticos, dirigentes, industriales, comerciantes, trabajadores, líderes religiosos, deportistas, organizaciones, empresas e instituciones. En resumida cuenta el subdesarrollo es un círculo vicioso que engendra más subdesarrollo.
La grandeza de los pueblos depende de la realización del potencial humano. Es de simple sentido común afirmar que ni el desarrollo europeo ni el japonés ni el norteamericano se han conseguido fundamentalmente por ayudas externas sino principalmente por el esfuerzo, la voluntad, la dedicación, la entrega y la capacitación de grupos y generaciones que en una labor constante adelantaron sus empresas culturales y económicas para llegar a los niveles de ampliación de mercados y de calidad de la vida en que ahora se encuentran.
Cuando se afirma que el desarrollo está en la mente del Hombre, que sólo las personas desarrolladas son capaces de producir el desarrollo, se hace una crítica histórica sobre las diferencias entre las naciones y se formula una propuesta de trabajo que tiene su respaldo racional en los hechos y su viabilidad en que la creación de una nueva sociedad no es sólo un problema político, sino prioritariamente un tema de formación y capacitación.
Solamente si se cambia la mentalidad del ser humano; si se capacita a los ciudadanos de un país como el nuestro para que aprendan a vivir y a comportarse como tales; si se abren posibilidades de educación y cultura para todos; si se motiva permanentemente a través de los medios de comunicación social; si se dan posibilidades de empleo y se crean alternativas de entrenamiento para el trabajo; solamente así se logrará el verdadero cambio.

ENSAYO - ¿Qué es el cambio para ti? Enfatiza tu rol como docente en el cambio comunitario. Envía tu trabajo a mi correo.

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